Candidata al Oscar.

Cada año, actores, directores, productores, músicos y un sinfin de profesionales del séptimo arte, se esmeran para que su película consiga el mayor número de nominaciones para posteriormente obtener una buena cantidad de estatuillas llamadas Oscar. Guionistas y directores se estrujan los sesos para dar vida a la película más original, más elaborada para conseguir el premio. Nosotros, los personajes de a pie, si lo analizamos, también en nuestro día a día, formamos parte de una importante película. La película de nuestra vida. Una película que empezó quien sabe cuando, en épocas ya olvidadas de nuestros antepasados más lejanos y que no sabemos cuando terminará, porque cuando nosotros ya no estemos en la película, nuestros sucesores, seguirán en ella, reemplazándonos. Es una gran superproducción que no podemos enmarcar en ningún género concreto. Hay secuencias de drama, de amor, cómicas, de suspense, de intriga, y algunas veces incluso de terror. Es una película sin guión previo. Se va improvisando segundo a segundo en función de la escena anterior que hemos vivido e interpretado. Todos tenemos nuestra propia película. Por tanto hay tantas películas como habitantes somos en el mundo. Pero todas agrupadas en una macrosuperproducción que las abarca a todas. En esta película no hay papeles principales ni secundarios ni figurinistas. Todos somos protagonistas de nuestra propia película. Cada uno tenemos la nuestra. Todos somos en ella lo que queremos ser. Eso sí. Debemos muchas veces compartir protagonismo con las personas que comparten escenas con nosotros. No podemos ser protagonistas únicos. Si fuera así, la convertiríamos en un monólogo solitario y sin contenido. Seamos protagonistas, pero compartamos el protagonismo con quienes tenemos cerca. Sin duda alguna, en la gala de celebración de los Oscar, todos ganamos, ya que nuestra película, nuestra particular película, siempre será la mejor. Por tanto no habrá solo un premio Oscar a la mejor película, interpretación, banda sonora........ Tendremos todos nuestro propio Oscar. La vida empieza y acaba. Lo sabemos desde que nacemos. Nuestra interpretación en la película de la vida, será mejor o peor en función del protagonismo que nos demos a nosotros mismos y de que lo compartamos o no con los demás. Al final, todos ganamos el Oscar.